Los conocimientos del aula al servicio de la comunidad
Experiencias que transforman
El viernes pasado, desde la Secretaría de Extensión Universitaria de la Facultad de Ciencias de la Alimentación, se llevó a cabo una nueva práctica de curricularización de la extensión junto al Departamento de Inspección General del Gobierno de Chajarí e INTA Chajarí.
David, Florencia y Agostina, estudiantes avanzados de la Ingeniería en Alimentos, pusieron su conocimiento al servicio de un grupo de emprendedores/as y público en general, explicando el paso a paso en la producción y, sobre todo, en las buenas prácticas de manufactura para la elaboración de mermeladas y pickles.
Con una jornada que duró un poco más de 3 horas, la capacitación tuvo en cuenta claves de la inocuidad, porcentajes y recetas para mermelada de naranja y pickles, cocina y preparación en vivo, aparición y tratamiento de microorganismos, entre otras cosas.
Pero ¿qué es la curricularización y por qué se vuelve tan importante?
En primer lugar, y en palabras de la Universidad de la República, entendemos que la extensión es un proceso educativo transformador donde no hay roles estereotipados de educador y educando, donde todos pueden aprender y enseñar […] que contribuye a la producción de conocimiento nuevo, que vincula críticamente el saber académico con el saber popular […] y que tiende a promover formas asociativas y grupales que aporten a superar problemáticas significativas a nivel social […] como una metodología de aprendizaje integral y humanizadora”.
En conversación con la Secretaria de Extensión Universitaria de la FCAL, Romina Bacigalupo, y consultando acerca de la curricularización, explicaba que “al curricularizar las prácticas de extensión, como institución, estamos logrando la jerarquización de las actividades de este tipo, visibilizándolas y, pudiendo encontrar un lugar que sea transversal a las carreras para que estudiantes y docentes se involucren en este tipo de proyectos.”
“Para nosotros como institución, y como universidad pública, es un deber acercarnos a las necesidades de la sociedad y relacionarnos con ella, entrando en contacto real. Nos formamos en un aula, con laboratorios y equipamiento definido y con libros que nos dicen cómo hacer las cosas y muchas veces, saliendo, hay una realidad muy distinta», sumó la ingeniera.
Para los estudiantes, las experiencias se convierten en la posibilidad de una formación integral que implica que los saberes académicos se puedan construir y deconstruir y volver a construir junto a los saberes de la comunidad.
“Hay un balance más que positivo de todo lo que sucedió en esta experiencia. La clave siempre es la misma: tus saberes, juntos con los míos, van a generar nuevos saberes que sean beneficiosos para ambas partes. No vamos, solamente a trasmitir conocimientos y “el saber hacer una mermelada”. Vamos a transformarnos mutuamente”, finalizó la Secretaria de Extensión.
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