El camino orgánico para las producciones hortícolas
Orgánico, saludable, sustentable, sin sustancias químicas, agricultura, entre otros conceptos, son ideas que vienen marcando terreno en el campo de la producción de alimentos.
En este cotexto, Magdalena Scatonne Moulins es una nueva Técnica Universitaria en Calidad e Inocuidad Agroalimentaria, en la ya conocida modalidad virtual, a través de su Trabajo Final Integrador “Implementación de sistema de gestión orgánica en una empresa hortícola”.
Acerca del proyecto:
Año tras año, el consumo de productos orgánicos crece en forma constante. Los consumidores valoran las cualidades de estos alimentos, y están dispuestos a pagar por ellos un monto mayor que los convencionales. Una de las características, más relevantes de estos alimentos es que en la producción no se utilizan sustancias químicas sintéticas, por lo que resultan más saludables y amigables con el medioambiente.
Para nuestro país el paso de la agricultura convencional a la producción orgánica no presentó ninguna dificultad debido a las condiciones que se presentan naturalmente, por ejemplo: el escaso empleo de insumos de síntesis química, la fertilidad natural del suelo, el clima y otros factores hacen posible que los agricultores pasen a la producción orgánica sin necesidad de introducir importantes ajustes a sus métodos de explotación.
A medida del paso del tiempo los productores fueron aumentando y con ello nacieron las certificaciones, entre las primeras certificadoras orgánicas figuraban ARGENCERT y OIA.
La certificación orgánica es un proceso de control para los productores de alimentos agrícolas orgánicos que permite garantizar la calidad orgánica de un producto, verificando el cumplimiento de la norma de producción orgánica que corresponda. Su objetivo es asegurar la calidad, prevenir el fraude y promover el comercio.
Los productos orgánicos certificados son aquellos que se producen, almacenan, elaboran, manipulan y comercializan de conformidad con especificaciones técnicas precisa. Desde el punto de vista legal, todo producto que dice ser orgánico debe cumplir con una certificación, un documento que avale dicha situación.
Cabe destacar que la certificación se convierte en una llave para abrir la puerta a mercados internacionales, muchos de los cuales hoy por hoy exigen certificaciones que demuestren la calidad de los productos ofrecidos. Si bien, llegar a mercados internacionales es una meta muy ambiciosa, no queda librada esa opción.
Para obtener los productores esta diferenciación debe cumplir con una serie de requisitos impuestos por el organismo certificador y atravesar por un periodo de transición de tres años.
En Argentina, se emplea el isologotipo “Orgánico Argentina”, su utilización es obligatoria en frente de los envases que se producen en el territorio nacional, tanto para mercado interno como externo.
Otro punto muy notable, que se obtiene al implementar un sello orgánico es el valor agregado que se le da a los alimentos. Este plus o valor adicional, se consigue gracias a que los consumidores están dispuestos a pagar un monto mayor por aquellos alimentos diferenciados, en los cuales reconocen que esos reducen los riesgos para la salud, les brindan mejor y mayor información y les garantizan confianza.
Debido al sistema de producción empleado por estos pequeños productores, cumplir con los requisitos requeridos por un ente certificador se haría más fácil o menos costoso. Estos productores cuentan con cierta ventaja, debido a que utilizan prácticas de manejo tradicionales, no utilizan plaguicidas y fertilizantes químicos y aprovechan los recursos locales.
Por la manera natural en que obtienen sus hortalizas, el cuidado y el mantenimiento del ecosistema, es atractiva la idea de llevar a cabo la implementación de una certificación, con el objetivo de obtener así mejores ingresos.
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