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Estudiante de Ingeniería en alimentos realizó intercambio en Universidad de Brasil


150612_0000Camilo Etchebarne, estudiante de la Facultad de Ciencias de la Alimentación de la UNER, a través del Programa Escala Estudiantil de la Asociación de Universidades Grupo Montevideo (AUGM), cursó un cuatrimestre en la Universidad Estadual de Campinas en San Pablo, una de las casa de estudios más prestigiosas de Brasil. A Camilo este tipo de experiencias le sirvió para aprender cosas más allá de lo académico, a relacionarse con otras personas, a trabajar en equipo, a conocerse y saber de lo puede llegar a ser capaz.

“Tuve nuevos desafíos debido a todo lo que implica estar lejos de casa, no conocer el idioma, y no conocer a las personas. Lo bueno fue que tampoco me resulto difícil, sino todo lo contrario, fue muy enriquecedor”, sostuvo.4

En relación a las actividades académicas Camilo cursó 4 materias: Envases de alimentos, Desarrollo de nuevos productos, Control de calidad, Economía agroalimentaria y Portugués. “El nivel académico en la universidad me pareció bastante bueno (aunque un poco menos exigente que acá) con bastantes ejemplos prácticos y muchos profesores con experiencia en la industria en varias áreas. La carga horaria es considerablemente menor que la nuestra y con varias opciones para cursar materias electivas, a la mañana o tarde según uno trabaje o simplemente porque los cupos del curso estaban o no completos. La cantidad de alumnos en los salones era muy similar a la nuestra y las comodidades también (aire acondicionado, proyector, etc)”, explicó Camilo.

En tanto en su tiempo libre pudo relacionarse también interculturalmente con estudiantes de distintos países. “Hacía ejercicios, salía a correr o a andar en bicicleta para conocer el lugar. Los viernes y los miércoles jugaba al futbol con varios extranjeros. Cada tanto nos juntábamos a comer, un día cocinaba yo, otro día un colombiano, otro un alemán,”.1

 La adaptación a nueva cultura

Si bien le costó un poco la adaptación a un nuevo país sobre todo por el idioma, Camilo pude disfrutar a pleno la experiencia. “Me adapté bastante rápido. Las primeras personas que conocí eran extranjeros también y como estábamos todos en la misma nos ayudamos bastante. Con el correr de los días, sin prisa, me fui adaptando al ritmo de vida de Cmpinas que es bastante tranquilo y estructurado. Algo que me costó fue adaptarme a los horarios y comidas. Por ejemplo: arroz y porotos todos los días, en almuerzo y cena (más alguna ensalada y algo de carne) es bastante diferente a lo que se acostumbra por estos lados. También que la hora de la cena era de 17 a 19:30 cuando nosotros a esa hora prácticamente merendamos. El idioma, también me costó, mis conocimientos de portugués eran casi nulos por lo que estuve un par de meses para poder comunicarme algo así como fluidamente y para la escritura necesite esforzarme bastante”.

 Sobre la UNICAMP

Me gustó mucho la interacción de los alumnos de las diferentes carreras en un mismo campus, compartiendo las instalaciones, ya sea piscina, canchas de basquet, vóley y futbol 5, cancha de futbol 11, gimnasio, etc. También, fue muy destacable la participación directa para afrontar problemas ambientales, industriales, políticos, etc; actuales, de la ciudad, del estado y del país, debatiendo desde una amplia cantidad de puntos de vistas y tomando una postura sobre el tema. Incluían directamente a los alumnos, profesores, profesionales y todo aquel que le interesara. Otro punto a favor fue la cantidad de becas disponibles, las comodidades de las instalaciones y la agilidad en el plan de estudios (el promedio de la carrera eran 6-7 años).

 Lo más valioso del intercambio

“Encontré muy positvo poder estudiar en otro país becado, porque hay un mundo distinto, lleno de sorpresas y desafíos que debemos enfrentar. Salimos de la zona de confort a la que estamos acostumbrados. Nos vemos obligados a aprender cosas más allá de lo académico, a relacionarnos con otras personas, a trabajar en equipo, a conocerse uno mismo y saber de lo puede llegar a ser capas o no. Conocer otros límites y ver otras realidades antes desconocidas o ignoradas que ahora nos hacen frente te llevan a “abrir la cabeza” como decimos a veces. Desenvolverse en un lugar donde las condiciones son desfavorables (no tenés facilidad de transporte, las distancias son más grandes, el dinero es más acotado, no están nuestros amigos ni nuestros padres que son los primeros en ayudarnos, no conoces a nadie, no tenés obra social y sos vos contra todo eso) lleva a superarte, enfrentando miedos y solucionando problemas de forma ágil, reevaluando las situaciones y replanteándose las cosas desde otro lugar, nuevo, del que no sabemos nada pero nos da mucho. Podría decirse que crecemos como seres humanos. Tenemos que arreglarnos con lo que tenemos cerca, que es mucho menos de lo que teníamos antes y que no lo sabíamos, pero es un montón. Esto te lleva a valorar ciertas cosas y a prescindir de otras que creíamos “esenciales”. Aprendemos a confiar en otras personas y aparece otro mundo, nuevo, que antes era de miedos y ahora son oportunidades. Las ganas de viajar de nuevo, a otro país, me están persiguiendo!”

 


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